¿Navidad?

Yo no celebro la Navidad, ni el nacimiento del niño Jesús. Celebro que mi madre esté viva, celebro tener hermanos con los que contar en los peores y en los mejores momentos, aunque no cuente con ellos en el resto, aquellos que forman parte de mi día a día. Celebro que hoy estén aquí, cada uno a su manera, a pesar de nuestras diferencias. Porque aunque suene raro, y esto pocas personas puedan entenderlo, nos une y nos separa exactamente lo mismo: la familia.

La familia, que a veces ha sido mi peor pesadilla, y otras, mi salvación. He huido de ella en varias ocasiones, y en muchas otras he vuelto a resguardarme entre sus brazos. Me ha hecho llorar como una magdalena, pero cuando me ha hecho reír, ha sido la risa con más eco de mi vida. Esa, que está ahí para recordarte tus errores y fracasos, pero que es la primera que te anima a luchar por tus sueños, y se alegra por tus éxitos. Esa, que en ocasiones te quitará el sueño, y otras te mimará hasta que te duermas.

Por muchos errores que cometan, por mucho daño que te hagan, ellos sí merecen un perdón, ellos sí merecen tu amor y tu energía. Esa que a veces entregas a quien poco tiempo dura en tu maleta.